El
juego cumple seguramente muchas funciones básicas en la nuestra
sociedad y, por esta razón, no puede perder relevancia en la
actualidad. De hecho, la dimensión lúdica lleva muchos años siendo
objeto de estudios e investigaciones científicos y psicológicos que
exploran su papel propedéutico en el proceso de aprendizaje de los
niños y también en la construcción de las relaciones familiares,
sobre todo entre hijos y padres.
Logo de Pixar Animation Studios |
La exposición “Pixar. 25 años de animación”, que tiene lugar en CaixaForum Madrid, reconstruye el
largo camino de Pixar Animation Studios en el mundo del cine de
animación, presentando los largometrajes y cortometrajes producidos
desde el 1979 y profundizando en las historias y en los personajes de
las películas que en estos años nos han hecho pasar un buen rato
solos o en compañía. Sin embargo, estas películas no tienen
solamente el fin de resultar divertidas, porque, junto al
entretenimiento, convierten el juego en una cosa seria que nos
permite reflexionar sobre muchos valores y emociones humanos,
encarnados por héroes y heroínas sensibles que se enfrentan con los
mismos problemas cotidianos que cada niño, adolescente o adulto
tiene en la vida real.
El juego representa así una cosa muy seria y
no hay que subvalorar su enorme potencial, ya que es una manera
diferente y atípica de aprender, conocer a los demás y, al mismo
tiempo, darse a conocer. Existen escuelas, como los centros
educativos Waldorf, que proponen un método de enseñanza alternativo
en el que el juego y la dimensión lúdica son protagonistas con
docentes que establecen relaciones positivas con sus alumnos,
acercándose más a sus intereses y dejando más espacio posible a su
creatividad.
De esta manera, los que educan no obligan a memorizar contenidos pasivamente a los que son
educados, sino, al contrario,
intentan conseguir su máxima participación y atención a través de
actividades interactivas. Este es un claro ejemplo de enseñanza
basada en el diálogo, en el feedback
y en la comunicación y no solamente en una información dirigida de
arriba a abajo. Hay juegos diferentes para cada edad y categoría de
persona y los momentos que cada día dedicamos al juego nos ayudan a
sonreír delante de las numerosas dificultades de la vida y, muchas
veces, también a explicar cosas muy serias para las cuales no
podríamos encontrar palabras adecuadas, sobre todo cuando se trata
de interactuar con los más pequeños.
También en el contexto
universitario y en el mundo laboral el juego puede aportar beneficios
y ventajas, porque, si se respetan determinados límites para no
exagerar y no perder la seriedad necesaria, puede generar mayor
cohesión interna y entusiasmo y, por consecuencia, mayor empeño e
interés para el trabajo que hay que cumplir. Desafortunadamente, en
estos dos últimos ámbitos en particular, las personas que se
encuentran en una posición más alta en la escala jerárquica descuidan muchas
veces de la importancia de este aspecto imprescindible del carácter
del ser humano, que, cuando viene renegado, termina destruyendo el
puente entre la comunicación y la mera información. En una sociedad
en la que los medios de comunicación no dejan de transmitirnos
informaciones de manera alarmista sobre guerras, enfermedades y crímenes, en la que la
fugacidad de la vida cotidiana raramente nos concede la oportunidad
de pararnos a pensar y en la que es cada vez más difícil tener confianza en los demás, tenemos que proteger el juego y las actividades
lúdicas, porque representan la manera mejor para desconectar de todo lo que nos circunda.
G.I.
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